sábado, 30 de julio de 2016

FRAGMENTO DE UN CAPITULO DE MI NUEVA NOVELA “EL COUNTRY”.

PERFIL DE UN PERSONAJE.

Augusto César Beccar Varela nació en San Isidro en 1951, en el seno de una familia de muy buena posición económica. Estudió en colegios privados bilingües y jugó al rugby. Se lo recuerda como un muchacho de carácter firme, capaz de imponer su voluntad, dispuesto a transgredir las normas de convivencia, a pesar de su apariencia respetuosa y sus modales cuidados. Las buenas relaciones de la familia con jueces, funcionarios, policías y militares le permitieron manejarse en los bordes de la ley.
Cursó la carrera de Arquitectura, se recibió en siete años, y empezó a trabajar en las empresas de la familia, dedicada a la construcción, inmobiliaria, actividad agropecuaria y algunas industrias.  En esa época fue denunciado por una reina de belleza, quien sostenía que Augusto la había violado. Tras un proceso con fuertes irregularidades, fue absuelto, luego de que la víctima se retractara y firmara por un resarcimiento económico, lo que generó firmes sospechas por las amenazas que ella y sus padres sufrieron. Fue el típico caso en que una familia avalada por el poder policial y económico sometía con total impunidad a otras personas sin esas influencias.
Con los sucesivos golpes militares, la familia siempre continuó con sus negocios. La llegada de la democracia en 1983 lo encuentra consolidado económicamente, casado y padre de dos hijas.  Su último espaldarazo fue la asunción de Menem como presidente, gracias al que realizó grandes obras en Puerto Madero. En 1994 una nueva denuncia por violación dio lugar a que su padre y un juez miembro de una cámara federal le recomendaran que se fuera a vivir a otra ciudad. Rosario fue la ciudad elegida, donde la empresa estaba ejecutando barrios privados en la zona de Funes. En 1995 compró ochenta hectáreas para construir un barrio cerrado de primer nivel, el más exclusivo de todos, al que hoy se lo conoce como El Country. Allí construyó rápidamente su propia vivienda, quincho, jardín de invierno y tres piletas, reservándose en total dos hectáreas de terreno para canchas y parque.  En esa época falleció su padre. Después de superar el período de duelo, llevó a vivir a Rosario, para que trabaje con él, al Señor Jorge Arizmendi, un contador práctico, un hombre intachable y de extrema confianza de su padre, un excelente administrador general, y por sobre todas las cosas, totalmente discreto. Arizmendi había enviudado y vino a Rosario con su hija, Florencia, de alrededor de 30 años, una joven muy bella, especializada en kinesiología y masajes.  Se instalaron en un departamento en Rosario, la joven empezó a trabajar en el centro, y su padre se desplazaba en un auto a Funes a trabajar con Beccar Varela en los aspectos administrativos y comerciales relacionados con la construcción de casas y demás obras del country. Este sabio y experimentado hombre empezó a notar cómo Augusto se iba transformando cada vez más en un inescrupuloso y pervertido, rasgos que su padre no tenía, o en todo caso sabía disimular muy bien.  Las primeras exteriorizaciones fueron reacciones violentas, hacia su esposa, María Eugenia González del Solar, y hacia colaboradores más directos.  Incluso tomó conocimiento de una feroz golpiza que le dio a Eugenia porque ella había ingresado en un sector del quincho al que Augusto no permitía que nadie entre. El quincho tenía grandes superficies, era de unos diez metros por veinticinco, y en un tramo del primer piso, bien disimulado por enredaderas, tenía una planta de unos cien metros cuadrados donde estaba terminantemente prohibido entrar; no se sabía en un primer momento qué secretos se guardaban allí.
Otra tremenda acción que conoció don Jorge fue la tortura a la que sometió a un contratista que había incurrido en graves incumplimientos para obras esenciales del Country. A este hombre lo llevaron a la pileta de invierno, donde Beccar criaba palometas. Entre las vigas del techo,  había unas poleas. Beccar y dos colaboradores colgaron al incumplidor, desnudo, con las piernas y los brazos atados, en posición horizontal y boca abajo. Lo bajaron lentamente y lo acercaron a unos veinte centímetros del agua. Los genitales de la víctima colgaban hacia abajo; algunas palometas saltaban a dar mordiscones. Las poleas permitían subir y bajar al infeliz. Luego de unos minutos, lo sumergieron unos centímetros, las palometas empezaron a morder cada vez más, volvieron a subirlo, el hombre tenía muchas heridas y sangraba profusamente. Lo bajaron por última vez, las palometas lo devoraron. Los dos colaboradores se encargaron de hacer desaparecer los restos en un relleno sanitario cercano. A partir de este momento, Arizmendi supo que  Beccar ya no tenía límites. Lo preocupaba que su hija había empezado a hacerle un tratamiento de masajes a Augusto, sospechaba que había algo más que eso…


El quincho de Beccar se destacaba porque allí se reunían personas de la alta sociedad, adinerados, doble apellido, autos lujosos, joyas, mujeres bellas y muy bien vestidas. Se servían los mejores vinos y la comida era provista por empresas de catering de primer nivel.  Además Beccar era un aficionado a las picadas, consideraba que sus picadas eran las más ricas, los sábados al atardecer solía convocar a amigos, algunos venían de Buenos Aires, otros eran nuevas relaciones de Rosario. “Nunca tomé vinos ni probé quesos o fiambres tan ricos como estos”, decía un allegado.

La esposa de Beccar regresó a San Isidro, donde las niñas empezaron a ir a la escuela, la familia seguía aparentemente unida y se reunían los fines de semana. Con más libertad de movimientos, Beccar incursionó en otras actividades, tráfico de armas y de drogas. Convirtió la planta alta de su quincho en un búnker, donde tenía dinero, computadoras, datos, pistolas y estupefacientes.
En esos días lo visitó uno de los amigos de la infancia, Juan Martín Álzaga Unzué, que no andaba bien económicamente. Tiempo atrás Beccar le había firmado la garantía por un crédito personal, el cual estaba en mora. Martincito le pidió a Augusto ayuda extra, que lo perdone y que lo banque.
- Mirá, por lo de la mora, olvidáte, para algo somos amigos. Bienes tenemos, muchos, lo que no tengo tanto es liquidez, el barrio es una inversión que tiene gran retorno pero a un par de años más, por ahora estoy poniendo casi todo acá dentro, quiero hacer el mejor country del interior del país. De todos modos hay otras cosas que te pueden ayudar y mucho… Te voy a presentar a un hombre que se llama Juan Erdozaín.

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MT/mq



viernes, 29 de julio de 2016

LOS OTROS QUARANTA.

LOS OTROS QUARANTA.

El Manu hizo referencia a la familia Quaranta en una nota en Rosario 12, del año 2012. Afirma ser parte de los Quaranta pobres, y hace mención a otros Quaranta, repletos de propiedades.  Uno de los miembros de esta última clase, vivió varios años en el exterior, regresó en el 2016, y luego de reencuentros y comidas con familiares y amigos más cercanos, estuvo en una cena donde asistieron varios Quaranta, de distintas ramas de la familia.

Se habló de muchísimos temas. Este destacado integrante, llamado Augusto, es profesional de la salud. Contó detalles de su especialización, habló del valioso apoyo que se recibe por parte de una sociedad bien organizada, y algunas curiosidades culturales, como por ejemplo que en su grupo de trabajo existía la costumbre de hacer una reunión de lectura, por la tarde del primer viernes de cada mes. La idea era que tres personas tomaran un tema cada una (podía ser un libro, un pintor, el socialismo, la carta magna, la guerra de los treinta años, la ciudad de Brujas, un museo, un monumento, etc.) y hagan una exposición de unos treinta o cuarenta minutos, dejando además una reseña digital de una hoja, más algunas imágenes.

- “Yo fui eligiendo temas como  el pintor Botticelli, el escultor Bernini, el Manifiesto del Partido Comunista, lugares para recorrer en la ciudad de Milán, Sobre Héroes y Tumbas de Sabato. Me resultó un enorme desafío prepararlos en castellano y exponerlos en italiano o en inglés.  Con respecto a los libros, había algo muy interesante que era que el expositor tenía que recomendar si valía la pena leer un libro entero, o mejor aprovechar el tiempo en otra lectura más valiosa, pero sí quedarse con el resumen de la obra. Era una gran responsabilidad preparar cada exposición, se le daba mucho valor, se hacían ponencias de gran nivel, aún cuando no tuvieran que ver con nuestro tema profesional, que en mi caso es una especialización en cirugía de la nariz. Recuerdo que una médica más joven eligió exponer sobre Adler y Jung. Leyó del primero El carácter neurótico y Conocimiento del hombre; hizo una excelente síntesis. Luego expuso sobre el Hombre y sus símbolos, de Jung. Sugirió leer este último para el que le interesara, antes que los de Adler, aclarando que era su posición personal. De esta forma uno tomaba noticias y se formaba un esquema respecto de cuestiones que de otra manera insumirían varias horas de lectura.  Cuando expuse sobre el Manifiesto del Partido Comunista, por supuesto que recomendé la lectura, por la importancia y por la brevedad del texto.” 

Luego el tema de conversación pasó por la situación política y económica en Argentina, hasta que alguien mencionó: “Che, ¿sabés que ahora tenemos un escritor en la familia?”
- ¿Quién es?
- Manuel Quaranta, es hijo de Alfredo, dijo una de las primas de Augusto.
- Mirá vos, alguna vez lo debo haber visto, cuando era chico.
- Tenés que ver qué afilado está. Ha hecho grandísimos debates en Facebook, debatió mucho con Lucas Quaranta. El Luqui quedó recaliente, dice que Manuel es un boludo que vive por derecha y habla por izquierda, y que además es un mentiroso.
- Ja ja, mi ahijado es incorregible, contáme algo más de Manuel.
- La que sabe más y ha estudiado su caso, es mi hermana, así que le cedemos la palabra.

Verónica Quaranta, abogada, una de las más adineradas, estaba en contacto con muchos otros miembros de la gran familia.
- Yo lo vengo siguiendo desde hace bastante al Manu. Además tengo muy buena relación con Ceci, que es prima segunda nuestra y tía de Manuel. Era un típico pendejo pelotudo cuando era chico. Veía los Simpson horas y horas, y se la pasaba hablando de sus episodios, también veía Tinelli, Neustadt, fútbol (se conocía todos los jugadores y todos los equipos, veía millones de partidos), era fanático de Newells, hasta que descubrió Internet y se la pasaba chateando. Era un chateador super especializado, con miles de identidades distintas. Era un charlatán bárbaro, muchos primos de él lo consideran un boludo. Empezó a estudiar programación pero fracasó, él mismo decía que había nacido sin lógica. Hasta que descubrió la Filosofía, hizo la licenciatura, se recibió, hizo un cambio importante, hasta cierto punto. Durante un tiempo, mientras estudiaba, trabajó con la tía en la librería; yo he pasado varias veces por esa librería, la de calle Entre Ríos, enfrente de la Facultad, y la Ceci me decía que no lo aguantaba más a Manu por las pavadas que hacía y decía todo el tiempo. Cuando empezó a funcionar el casino en Rosario, iba todo el día porque quería vivir sin tener que trabajar.  Luego descubrió el marxismo, y a mucha gente le explicaba que a todos los trabajadores los explotan, que los dueños de las empresas solo quieren el lucro. Una vez, a raíz de cuestiones de Física, Filosofía de la Naturaleza y Epistemología, se interesó por el universo,  y los conceptos de expansión, infinitud, y otros. Discutía con otro estudiante; sobre un punto tenían opiniones diferentes, y el muy tarado le apostó un dedo para ver quién tenía razón. Consultaron a gente que sabe, el Manu perdió, arrugó y tuvo que pedir perdón de rodillas para que no le corten el dedo (cosa que no le iban a hacer). Después se empezó a poner un poco más serio, consiguió una novia, y comenzó a escribir. Algunos detractores dicen que su estilo sigue siendo bobo, pero sus objetos de interés han cambiado, si antes hablaba de Tinelli y de Maradona, ahora habla de forma inmadura de Borges y Roland Barthes. 
- Ah bueno!, lo podemos invitar a nuestras reuniones del primer viernes de cada mes, dijo Augusto.
- Sigue haciendo de las suyas - prosiguió Vero – Tiene un estilo donde mezcla la ficción y la realidad que desconcierta a los que lo leen. No se sabe cuándo inventa y cuándo lo que dice es cierto. Yo sigo su obra, el muro de Facebook, las contratapas de Página Doce, y también leí varias páginas del libro.
- ¿Cómo se llama el libro?
- La Muerte de Manuel Quaranta.
- Ja ja, es la muerte solo, o la muerte de Manuel Quaranta todo el título.
- El título es La Muerte de Manuel Quaranta, en la tapa, arriba del título, aparece Manuel Quaranta, como nombre del autor, con letras más chicas.
- La tiene clara el pibe, golpea dos veces con su nombre en su primer libro.
- Y tenés que saber otras cosas que hizo, pero antes te cuento algo del libro.  Lo hojeé bastante, leí varias páginas, y algunas críticas. Te cuento, algunos hablan de antinovela y antinarrador, que las divagaciones adolescentes ocupan la mayor parte del libro, que no es necesario leerlo todo, sino captar las operaciones que pretende hacer.  En el libro, él ha muerto, y alguien viene a recibir el legado de todos sus escritos, y está autorizado a publicarlos.  En algún verano de estos me lo leo entero.
- Che, a  mí me interesa, más que nada como una ruptura de los temas que se eligen en nuestro grupo de cultura, lo voy a leer y lo voy a comentar. Después de leerlo decido  si lo recomiendo o no.
- A mí me da la impresión de que es un libro muy autobiográfico, que al que lo conoce le puede interesar, pero nada más, no es un libro que pueda trascender. Manuel es demasiado autorreferencial.  En sus contratapas de Rosario 12 habla todo el tiempo de sí mismo, hizo una nota en que habla de Quarantas pobres (a los que él pertenecería), y Quarantas ricos, que seríamos nosotros.
- Qué boludo!
- En esa misma nota, critica a una tía que calificó como negra de mierda a una empleada que tenía frecuentes inasistencias al trabajo.
- Esa crítica me parece bien, no hay ningún derecho a tratar así a la gente, ese tipo de expresiones no deben permitirse.
- Siguiendo con el estilo de la literatura de Manuel, en Facebook hace muchas publicaciones autorreferenciales, te cito dos.  Una es del 22 de julio, dice que fue a una librería y varias personas le preguntan y le comentan sobre su libro. Otra del 27/07 adelanta el título de su nueva novela, que está empezando a escribir, y publicará tal vez en dos o tres años, con el título El Country. En ese post dice “basta de autobiografía”.
- Otra buena estrategia de marketing, la tiene clara el pibe, se las rebusca, me cae simpático, lo voy a leer.
- Hay algo más que tenés que saber, tal vez te haga cambiar de opinión.
- Contáme.
- Su novela se presentó en junio de 2015. Semanas después, en julio, posteó en su muro de Facebook que el abogado Fernando Soto, en representación de María Kodama, le envió una carta documento intimándolo a que deje de utilizar el nombre, el estilo y los textos de Borges en la red social. Publicó una foto de la carta documento.  Muchísimos amigos, contactos y usuarios se solidarizaron con él. Días después, el Diario La Capital publica una nota cuyo título y subtítulo son: “Kodama intimó a un escritor rosarino para que deje de usar el ’estilo’ de Borges. Advertencia. Manuel Quaranta recibió una carta documento donde le piden también que ‘cese de utilizar el nombre y la imagen’ del autor en la red Facebook.”  En esa nota se hacía referencia que este escritor había publicado su primer novela. La noticia fue replicada por muchos medios del país y algunos de España. ·
- Por lo que veo el marketing se lo hace él, y lo ayudan mucho los demás, Kodama, el diario, todos ayudan a difundir.
- Sí y no. Acá viene lo decisivo. La carta era falsa, él la inventó, hizo una gran operación. A los pocos días apareció un perfil de Facebook, de un tal Tardewski, que solo se dedica a decir que Quaranta inventó la carta y es un triste farsante. Pero en septiembre, luego de dos meses, en la contratapa de Rosario 12, la novia de Manuel, llamada Clarisa, publica una nota donde se cuentan detalles de la “operación Kodama”, como si fuera una gran hazaña, y en la que se reconoce que la carta no era real….   Me causó gracia que mi marido, cuando se enteró de esto, me dijo: “¿y esos dos pelotudos cobran un sueldo?”. Él trabaja haciendo edificios y estas cosas ni las entiende ni las acepta. Sé que Manuel cobra un sueldo porque da clases de la materia Filosofía en la Facultad de Psicología; ella se dedica al arte.
- Me confunde un poco esto. En el ambiente en que me muevo yo, entre Italia y España estas cosas no se comprenden, es más, una mentira de esas te corta la carrera para toda la vida.
- Ellos están muy convencidos de que lo que hicieron es una genialidad, y que corresponde con un estilo actual de hacer arte, que va en línea con los trabajos de Jacoby, Costa y Escari.
- No los conozco.
- Te van a interesar, te puedo dar una clase sobre ellos, los happenings, Marta Minujin, Oscar Masotta, el arte moderno y varios temas más.
- Nos tenemos que juntar a tomar un café, y me contás todo eso.
- ¿Algo más que merezca contarse sobre este pibe?, así cambiamos de tema…
- Sí, dos cosas. Organizó un seminario sobre su vida y su obra, se ve a dictar en la Facultad de Psicología, a fines de agosto, ya consiguió la participación de unos quince expositores y va a haber capacidad para doscientos asistentes; además en unos días se publica un capítulo como adelanto de su nueva novela.
- Pasáme el capítulo cuando esté publicado así lo leo; y si puedo ir, con gusto hago ese seminario.


MT/mq


martes, 12 de julio de 2016

Hechos que sucedieron en breves instantes, escritos rápidamente, para olvidar muy pronto.

Hechos que sucedieron en breves instantes, escritos rápidamente, para olvidar muy pronto.

Tengo un autito rojo, estoy contento, me lleva, nos lleva, lo disfrutamos. 

Tenía que sacar unas fotocopias, salgo con el auto, me dispongo a estacionar, hay varios garages, poco lugar disponible, veo que un auto está por salir. Espero detrás de él, tapando el ingreso de dos cocheras de edificios contiguos. El conductor se demora, baja a guardar algo en el baúl, y vuelve a subir, ahora sí, parece que se va. En ese momento, un fletero, con una camioneta muy vieja, tal vez modelo setenta, muy deteriorada, para en doble fila al lado mío. Pienso que quiere estacionar, que no se dio cuenta de que yo también y que me corresponde el lugar. Bajo mi ventanilla para avisarle, pero mi auto es muy bajo y la camioneta muy alta, apenas veo al conductor. El auto de adelante termina de salir. El de la camioneta se adelanta, dobla un poco hacia la derecha y luego hacia la izquierda, dejando el vehículo en diagonal, para poder recular y estacionar. Yo me adelanto un poco, pongo balizas, saco la mano por la ventanilla. El otro sigue retrocediendo, me impacta, me bajo, me acerco…
- Qué hacé, me apura.
- Buen día, disculpe, yo estaba esperando para estacionar, hace cinco minutos, estaba esperando que se vaya el auto azul que salió recién, le digo algo nervioso, repitiendo verbos.
- Etá loco, pibe, dice con más prepotencia, el auto salió y ete lugar e mío, vo taba parado atrá.
- No, digo sí, estaba esperando, el lugar me corresponde.
- Qué te pasa idiota!, grita y se baja.
- Espere, podemos entendernos conversando.
- Ja! Conversando te via dá.
Tira un golpe muy fuerte, a mi pómulo izquierdo.
- No, espere. Trato de levantar los brazos para cubrirme.
Sigue golpeando, al otro pómulo, al ojo derecho, al izquierdo, a la mandíbula, y me remata con otro al estómago. Caigo al piso, me arrastra unos metros por el pavimento, diciendo "¡Qué flojita! ¡Ja ja ja!   ¡María Manteca!"  Me deja tirado. Carga unos muebles y se va lo más tranquilo.

Quedo dolorido, confundido, casi llorando, humillado. Trato de reconstruir los hechos, hace tan solo instantes estaba por sacar fotocopias para la charla de pasado mañana. Intento algo de buen humor y pienso que me van a presentar así: Manuel Quaranta, Licenciado en Filosofía, Ojos Morados.

En tan pocos segundos, sin pensarlo, pasan estas cosas, casi imprevisibles, ya no se puede volver atrás.

Sigo con mucho dolor, me llevan a un sanatorio, tengo que quedar un día en observación; también me ve una odontóloga, ya que el golpe en la mandíbula me aflojó dos muelas. Me anestesian ….

Entre pensamientos confusos, pienso en Borges y los compadritos, que hace un tiempo hice la travesura de intervenir el cuento El Sur (yo estoy en un sanatorio, sin pensarlo, sin preverlo) y ahora vino el cuento Juan Muraña y me intervino a mí. No tengo cómo retomar ese cuento ni nadie para que me lo lea, solo un caos en mi memoria que puede evocar, no sin deformación, lo siguiente:

Borges narra que se encuentra con Trápani, tal vez en un tren; este lo llama, lo chista. Fueron compañeros de primaria, nunca simpatizaron. Se inicia una de esas conversaciones que se empeñan en recordar hechos inútiles o que revelan la muerte de un condiscípulo. Luego Trápani le dice que vio su libro sobre Carriego.
T – Ahí hablás todo el tiempo de malevos, decíme Borges, vos, ¿qué podés saber de malevos?.
B – Me he documentado.
T – Documentado es la palabra. Yo conocí esa gente.
Y le narra la historia de su tío, Juan Muraña.

Vuelvo a llorar, a mí no  me narraron ninguna historia, me la hicieron realidad cuando me emparcharon la cara a piñas. Trato de ligar y tramitar este real.  Tengo un tema más para ilustrar mi conferencia sobre “Economía, ética, discriminación y sociedad en el Siglo XXI”, aunque todavía no sé cómo articularlo con este hecho que me sucedió y el crimen del propietario perpetrado por el cuchillo de Muraña.

MT/ mq.-