lunes, 20 de junio de 2016


Segunda entrega de una serie de tres ejercicios….

ANDREA X**

La negra Andrea había tenido que volver de urgencia a Argentina porque su padre estaba mal de salud. Había cumplido 40 años, y se mantenía como siempre muy atractiva. Desde hacía muchos años estaba radicada en París. No estaba ejerciendo su profesión de odontóloga, y estaba incursionando en algo que la apasionaba: diseñar ropa para mujeres. Si bien había estado en pareja con distintos hombres, no conseguía encontrar el hombre de su vida. Los últimos meses estaba sola, y bastante decepcionada. Tampoco tenía hijos, situación que la apremiaba y angustiaba. Pensaba que a lo sumo le quedaban dos años más de fertilidad...

En Rosario retomó el contacto con sus amigas de siempre, casi todas casadas, la mayoría madres, y algunas ya separadas. Habló de todo con ellas, y sí, expresó su anhelo de tener una pareja estable, formar una familia, tener un hijo...

Aprovechó como siempre para consultar sus médicos y hacerse algunos tratamientos, dado que en Europa el costo de la medicina es muy alto en euros. Esta temporada no se salvaba de la operación de hemorroides.

Consultó al proctólogo de la familia, que la derivó a un colega para la cirugía. El nuevo médico era joven, alto y muy atractivo, de muy buen trato, y con muy buenos antecedentes académicos y profesionales.

La primera consulta tuvo lugar en la Sanatorio Parque, y la paciente estaba con la incertidumbre de esta nueva relación. Fue muy atractiva como siempre, y después de las palabras iniciales para romper el hielo, y encaminar la relación, en donde se destacaba el excelente y cuidadoso trato de él, la invitó a acostarse en la camilla. Ella fue detrás del biombo, y se desvistió de la cintura para bajo, quedando descalza, con un par de medias blancas. Se subió a la camilla, y se acostó boca abajo.

El flaco no podía creer el culo que tenía aquella negra !!!  Le indicó que separara levemente las nalgas con las manos, y quedó el agujerito al desnudo. Las venas inflamadas, las trombosis, el color morado y la complicación general del cuadro hacían inevitable la operación. Se colocó un guante, el cual lubricó debidamente, y le comentó a la paciente que debía tactarla, lo que haría con sumo cuidado. Ella sintió el ruido del guante de látex y el frasco que se abría con la sustancia para lubricarla, mientras pensaba que ese pendejo empezaba a gustarle. El tipo metió primero un dedo, y luego dos, examinando detenidamente el orto de la negra, en profundidad, y en detalle.

Le dio unos papeles descartables para que se limpie y le dijo que se vista.

Se sentaron nuevamente a hablar. Ella se sentía algo molesta porque estaba pegajosa, y tenía algo de dolor por el tacto al que había sido sometida.

El doctor le dijo que se podía preparar la cirugía para la semana siguiente, que requería solo  medio de día de preparación dentro de la internación y que debía respetar una dieta el día anterior. Luego de internarse, se le iba a aplicar un enema en la mañana, y la operación sería alrededor de las 14 horas. La externación, si todo iba bien, sería dos días después.

La negra se tomó unos días para organizarse, mientras su padre seguía internado. El sábado siguiente, falleció. El duelo de ella fue muy intenso durante dos semanas. Sentía que había perdido al hombre que más amaba en la vida, y reflexionaba sobre qué era lo que le pasaba con los otros hombres, que no podía encontrar uno como deseaba. Se sabía linda, inteligente, interesante. Así pasaron varios días, y la negra decidió radicarse en Rosario.

Sentía muchas molestias en la cola, con lo cual la operación ya no podía postergarse más. Pidió un turno de urgencia y fue a ver a este médico joven, que por alguna razón, se le aparecía como una esperanza, no solo en relación a la salud, sino a algo más. Redobló sus armas de seducción, y fue más provocativa aún. Cuando él la invitó a la camilla, Andru fue directamente acostarse sin quitarse la minifalda negra: se la levantó con un movimiento decidido, debajo no llevaba ropa interior. El flaco volvió a conmoverse, ese culo era irresistible. La revisó una vez más y coordinaron la internación para tres días después.

Llegado el día la negra fue a internarse, y consiguió una habitación exclusiva: lo quería al flaco para ella sola. Al llegar a la pieza, la enfermera la hizo desnudar y le dio la bata con la que se quedaría hasta ser trasladada al quirófano.  Al rato le harían un enema. Minutos después vinieron una enfermera y un aprendiz al que la negra también le echó el ojo. “¿Qué me está pasando con los péndex?”, se preguntó.

Los dos procedieron, ello sintió molestias, y al rato evacuó.

Se quedó varias horas sola, pensando en su destino y en su vida. A las dos de la tarde la trasladaron al quirófano en camilla, le retiraron la bata, y la hicieron acostar boca abajo en la camilla de cirugía. Estaba totalmente en bolas, con el culo para arriba, ante por lo menos seis hombres que se disponían a operarla. Sabía que su culo era irresistible, y sentía a la vez vergüenza y algo de orgullo, ella nunca desaprovechaba la oportunidad para mostrarse y seducir. Hasta había recurrido a un pequeño detalle: se había depilado íntegramente, logrando el cero total que vuelve loco a tantos hombres, cuando miran la rayita. En esta oportunidad ese detalle quedó algo postergado...

Los anestesistas iniciaron su trabajo, hablaron con ella cordialmente las últimas palabras, ella fue sujetada a la camilla, y fue perdiendo de a poco la conciencia. Cuando la anestesia hizo su efecto, la cubrieron como acostumbra a hacerse, esa banda de pajeros la vio bastante tiempo en bolas, disfrutando ese culo increíble.

La cirugía fue exitosa. Luego de las prácticas de rigor, la paciente fue trasladada a su habitación. Se despertó confundida y dolorida, pedía ver a su médico, del que se sentía muy dependiente. El joven fue a verla dos veces ese día, le comentó que todo había salido bien, que debía estar tranquila, y que al día siguiente por la tarde hablarían de la externación.

A la mañana siguiente fue a verla, la revisó, y ella ya no tenía grandes molestias. Todo va bien, le dijo, a la tarde te controlamos, y seguramente mañana te vas.

Por la tarde la fue a ver, ella se puso boca abajo, quedando su cola desnuda una vez más. “Mañana te vas”. “Buenos dijo ella, estoy muy agradecida con tu trato, y con tu atención, me encantaría invitarte a cenar la semana que viene, por supuesto si no tenés compromisos.” Él contestó: “acepto gustoso, no tengo compromisos”.

Fueron a un restaurante muy distinguido. Conversaron mucho, como si se conocieran desde hacía varios años. Ella tenía diez años más que él.  Él empezaba a interesarse en esa mujer pero iba despacio; ella en cambio ya estaba decidida a voltearse a ese pendejo.

Luego del postre, el joven, todo un caballero, la acompañó hasta la casa. Le dijo que iba a estar unos días afuera, en un congreso, pero que la semana siguiente ella fuera al consultorio, para darle el alta definitiva, y de paso seguir conversando. Mañana mismo pido turno, dijo ella.

Pensó en él todo el fin de semana, sentía que se estaba enamorando. No veía la hora de que llegara el miércoles para ir a consulta. Llegó el día.  Ella fue más yegua que nunca, un vestido floreado y veraniego, sin nada abajo, y unas sandalias. El la hizo pasar, y se sentaron a conversar. Él con el buen trato de siempre le preguntó cómo andaba; ella fue bien directa: ”el alta me la doy yo sola, me siento bárbara”. Se levantó, se sacó el vestido, y se inclinó sobre la camilla, apuntando la cola hacia el doctorcito. “Vení nene, reculiame”.

El se quedó frío, sabiendo lo que quería, pero dudando en hacerlo allí... Se decidió, tomó el pote de vaselina, esta vez para darle, por primera vez, otro uso!!!

MT/mq.-


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