Segunda entrega
de una serie de tres ejercicios….
ANDREA X**
La negra Andrea había tenido que volver de urgencia a Argentina porque
su padre estaba mal de salud. Había cumplido 40 años, y se mantenía como
siempre muy atractiva. Desde hacía muchos años estaba radicada en París. No
estaba ejerciendo su profesión de odontóloga, y estaba incursionando en algo
que la apasionaba: diseñar ropa para mujeres. Si bien había estado en pareja
con distintos hombres, no conseguía encontrar el hombre de su vida. Los últimos
meses estaba sola, y bastante decepcionada. Tampoco tenía hijos, situación que
la apremiaba y angustiaba. Pensaba que a lo sumo le quedaban dos años más de
fertilidad...
En Rosario retomó el contacto con sus amigas de siempre, casi todas
casadas, la mayoría madres, y algunas ya separadas. Habló de todo con ellas, y
sí, expresó su anhelo de tener una pareja estable, formar una familia, tener un
hijo...
Aprovechó como siempre para consultar sus médicos y hacerse algunos
tratamientos, dado que en Europa el costo de la medicina es muy alto en euros.
Esta temporada no se salvaba de la operación de hemorroides.
Consultó al proctólogo de la familia, que la derivó a un colega para la
cirugía. El nuevo médico era joven, alto y muy atractivo, de muy buen trato, y
con muy buenos antecedentes académicos y profesionales.
La primera consulta tuvo lugar en la Sanatorio Parque ,
y la paciente estaba con la incertidumbre de esta nueva relación. Fue muy
atractiva como siempre, y después de las palabras iniciales para romper el
hielo, y encaminar la relación, en donde se destacaba el excelente y cuidadoso
trato de él, la invitó a acostarse en la camilla. Ella fue detrás del biombo, y
se desvistió de la cintura para bajo, quedando descalza, con un par de medias
blancas. Se subió a la camilla, y se acostó boca abajo.
El flaco no podía creer el culo que tenía aquella negra !!! Le indicó que separara levemente las nalgas
con las manos, y quedó el agujerito al desnudo. Las venas inflamadas, las
trombosis, el color morado y la complicación general del cuadro hacían
inevitable la operación. Se colocó un guante, el cual lubricó debidamente, y le
comentó a la paciente que debía tactarla, lo que haría con sumo cuidado. Ella
sintió el ruido del guante de látex y el frasco que se abría con la sustancia
para lubricarla, mientras pensaba que ese pendejo empezaba a gustarle. El tipo
metió primero un dedo, y luego dos, examinando detenidamente el orto de la negra,
en profundidad, y en detalle.
Le dio unos papeles descartables para que se limpie y le dijo que se
vista.
Se sentaron nuevamente a hablar. Ella se sentía algo molesta porque
estaba pegajosa, y tenía algo de dolor por el tacto al que había sido sometida.
El doctor le dijo que se podía preparar la cirugía para la semana
siguiente, que requería solo medio de
día de preparación dentro de la internación y que debía respetar una dieta el
día anterior. Luego de internarse, se le iba a aplicar un enema en la mañana, y
la operación sería alrededor de las 14 horas. La externación, si todo iba bien,
sería dos días después.
La negra se tomó unos días para organizarse, mientras su padre seguía
internado. El sábado siguiente, falleció. El duelo de ella fue muy intenso
durante dos semanas. Sentía que había perdido al hombre que más amaba en la
vida, y reflexionaba sobre qué era lo que le pasaba con los otros hombres, que
no podía encontrar uno como deseaba. Se sabía linda, inteligente, interesante.
Así pasaron varios días, y la negra decidió radicarse en Rosario.
Sentía muchas molestias en la cola, con lo cual la operación ya no podía
postergarse más. Pidió un turno de urgencia y fue a ver a este médico joven,
que por alguna razón, se le aparecía como una esperanza, no solo en relación a
la salud, sino a algo más. Redobló sus armas de seducción, y fue más
provocativa aún. Cuando él la invitó a la camilla, Andru fue directamente
acostarse sin quitarse la minifalda negra: se la levantó con un movimiento decidido,
debajo no llevaba ropa interior. El flaco volvió a conmoverse, ese culo era
irresistible. La revisó una vez más y coordinaron la internación para tres días
después.
Llegado el día la negra fue a internarse, y consiguió una habitación
exclusiva: lo quería al flaco para ella sola. Al llegar a la pieza, la
enfermera la hizo desnudar y le dio la bata con la que se quedaría hasta ser
trasladada al quirófano. Al rato le
harían un enema. Minutos después vinieron una enfermera y un aprendiz al que la
negra también le echó el ojo. “¿Qué me está pasando con los péndex?”, se
preguntó.
Los dos procedieron, ello sintió molestias, y al rato evacuó.
Se quedó varias horas sola, pensando en su destino y en su vida. A las
dos de la tarde la trasladaron al quirófano en camilla, le retiraron la bata, y
la hicieron acostar boca abajo en la camilla de cirugía. Estaba totalmente en
bolas, con el culo para arriba, ante por lo menos seis hombres que se disponían
a operarla. Sabía que su culo era irresistible, y sentía a la vez vergüenza y
algo de orgullo, ella nunca desaprovechaba la oportunidad para mostrarse y
seducir. Hasta había recurrido a un pequeño detalle: se había depilado
íntegramente, logrando el cero total que vuelve loco a tantos hombres, cuando
miran la rayita. En esta oportunidad ese detalle quedó algo postergado...
Los anestesistas iniciaron su trabajo, hablaron con ella cordialmente
las últimas palabras, ella fue sujetada a la camilla, y fue perdiendo de a poco
la conciencia. Cuando la anestesia hizo su efecto, la cubrieron como acostumbra
a hacerse, esa banda de pajeros la vio bastante tiempo en bolas, disfrutando
ese culo increíble.
La cirugía fue exitosa. Luego de las prácticas de rigor, la paciente fue
trasladada a su habitación. Se despertó confundida y dolorida, pedía ver a su
médico, del que se sentía muy dependiente. El joven fue a verla dos veces ese
día, le comentó que todo había salido bien, que debía estar tranquila, y que al
día siguiente por la tarde hablarían de la externación.
A la mañana siguiente fue a verla, la revisó, y ella ya no tenía grandes
molestias. Todo va bien, le dijo, a la tarde te controlamos, y seguramente
mañana te vas.
Por la tarde la fue a ver, ella se puso boca abajo, quedando su cola
desnuda una vez más. “Mañana te vas”. “Buenos dijo ella, estoy muy agradecida
con tu trato, y con tu atención, me encantaría invitarte a cenar la semana que
viene, por supuesto si no tenés compromisos.” Él contestó: “acepto gustoso, no
tengo compromisos”.
Fueron a un restaurante muy distinguido. Conversaron mucho, como si se
conocieran desde hacía varios años. Ella tenía diez años más que él. Él empezaba a interesarse en esa mujer pero
iba despacio; ella en cambio ya estaba decidida a voltearse a ese pendejo.
Luego del postre, el joven, todo un caballero, la acompañó hasta la
casa. Le dijo que iba a estar unos días afuera, en un congreso, pero que la
semana siguiente ella fuera al consultorio, para darle el alta definitiva, y de
paso seguir conversando. Mañana mismo pido turno, dijo ella.
Pensó en él todo el fin de semana, sentía que se estaba enamorando. No
veía la hora de que llegara el miércoles para ir a consulta. Llegó el día. Ella fue más yegua que nunca, un vestido
floreado y veraniego, sin nada abajo, y unas sandalias. El la hizo pasar, y se
sentaron a conversar. Él con el buen trato de siempre le preguntó cómo andaba;
ella fue bien directa: ”el alta me la doy yo sola, me siento bárbara”. Se
levantó, se sacó el vestido, y se inclinó sobre la camilla, apuntando la cola
hacia el doctorcito. “Vení nene, reculiame”.
El se quedó frío, sabiendo lo que quería, pero dudando en hacerlo
allí... Se decidió, tomó el pote de vaselina, esta vez para darle, por primera
vez, otro uso!!!
MT/mq.-
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