Voy a
la peluquería. Hay dos o tres personas antes que yo. Me toca esperar cerca de
una hora. Hoy hay gente porque cobran a mitad de precio, hay una malaria… Hay diarios viejos. Con esto de Macri ya no
hay ni para revistas… Encuentro un diario de julio de 2015. En la tapa leo,
María Kodama intimó a un escritor rosarino. La comento con el peluquero y se
suman algunos clientes. Sí, yo me acuerdo, dice uno. Le mandó una carta
documento esa vieja. A quién?, pregunta el peluquero. A un escritor, dice el cliente.
Uno
dice Quaranta. . ¿quién? dice el peluquero, ¿Quaranta, cómo el médico?. Agrego
yo: “Manuel Quaranta, escritor rosarino, alguno leyó algo de él?”. No. No. No,
dicen tres o cuatro. La vieja esa le mandó un telegrama?. Pero qué pedazo de
hija de p…. Por qué no lo deja escribir
tranquilo. Pregunto: ¿existió la carta?.
Un cliente, taxista, se suma. Sí, claro que existió pibe, ja, mirá lo que dice
este, yo me acuerdo, lo “dijieron” en la
radio. Lo demandaron. Era invierno, me acuerdo que llevaba a una pasajera que
había comprado frazadas. En la radio estaban hablando de la carta, después lo
leí en el diario, claro que existió, qué le pasa a este, se pone en exquisito?,
- sentencia el conductor. Está bien, concedo. Pienso en silencio lo que se aprende
en la facultad: los hechos, las teorías, los discursos, los hechos de
discursos, la construcción de la realidad, mejor me callo. Acá rige otro
discurso, la realidad es una cosa muy sencilla, la ves en la calle, la hablás
con los clientes, y te la cuentan la radio, la televisión y el diario…. Pero
hay otras formas, más sutiles, más elaboradas, algunos consideran toda la
realidad como un gran simulacro, y las intervenciones artísticas vienen a dar
un toque distinto a esa realidad cotidiana.
Rosario, 29 de
junio de 2016.
Día de mi
cumpleaños por la mañana, suena el timbre, una voz dice:
–“Cartero”.
Bajé. Imaginé que
llegaba un desayuno de regalo….
Pero no, me encuentro con una Carta Documento. Lo
sabía, la estaba esperando, era solo cuestión de días, o semanas.
Son tres los
intimidantes, la abogada y sus representados, Piglia y Quaranta. El escritor no
quiere que use más el nombre de Tardewski, es entendible, pero me llamo así, no
puedo hacer nada. Le enviaré una carta con la fotocopia de mi documento.
Con respecto al
creativo, pretenden que deje (en parte, no totalmente) de usar el estilo de
él. Considero que es un error, tengo
estilo propio, no se lo copié a nadie, es producto de mi vida, mi educación,
mis lecturas y mi experiencia. También de mis lectores, que de a poco se van
sumando, y van haciendo comentarios en mi blog, festejando ocurrencias,
celebrando infantilismos. Lejos estoy de tener una comunidad como MQ, aunque en
algunos puntos esa comunidad es endogámica.
Los que lo comentan son los mismos que reciben sus elogios. Lil, Euge, Clari, Vísperas y tantos más
reciben los comentarios positivos del creativo, y a su vez son los que lo alaban. Entre todos
ellos hay jurados, jueces, glosadores, aplaudidores, seleccionadores, residentes,
todo queda dentro de esa gran familia…
Creo que ÉL va a ser un escritor de verdad, cuando deje de escribir
deliberadamente sobre sí mismo y para el aplauso de su entorno endogámico.
Cuando deje de hacer la fácil, como por ejemplo tomar un cuento de Borges, El
Sur (obra maestra si las hay), y cambiarle solo circunstancias, eso lo hace
cualquiera. Cuando deje los jueguitos
narcisistas, cuando afloje un poco con las redes sociales (está colgado todo el
día). Estamos asistiendo al surgimiento de un escritor de verdad, pero le queda
dar ese paso. Cuando dé ese paso entonces sí escribirá acerca de si mismo, sin
nombrarse, sin referir que se tomó un colectivo o escuchó tal conversación.
Escribirá desde el alma, desde el desgarramiento del ser, sobre los temas
decisivos, el amor, la soledad, la muerte, la infancia perdida, las ilusiones,
los deseos ocultos, las pasiones, los encuentros y desencuentros.
Me está gustando la
literatura de Quaranta, estoy abriendo mi mente y mi sentir al arte moderno,
las intervenciones y las instalaciones, los entrecruzamientos, las
intertextualidades (yo no soy más que una de estas).
Mirá a continuación
la imagen de la carta:
Luego de ello, como
no podía ser de otra manera, me llamaron de los medios, de las radios, la
replicaron mil veces, hasta que Enriqueta Larguirucha publicó en La Crapital :
INTIMAN A UN
ESCRITOR ROSARINO A QUE DEJE DE UTILIZAR UN NOMBRE DE FICCION, Y UNA IMAGEN Y UN ESTILO DE UN LIDER DE LAS
REDES SOCIALES.
El receptor. Tardewski, bajó a buscar el desayuno y le
entregaron la carta documento.
Los remitentes. El escritor Piglia, y el posteador creativo,
Borges Quaranta.
El documento. Imagen de
la carta que se puede ver por separado.
Les cuento que no tenía ganas que me tomen de nuevo
de boluda, con lo cual decidí hacer esta nota en joda. Todas las notas de este diario son en joda, nadie
verifica nada, los jefes de redacción están jodiendo (tomálo en todos los
sentidos), y no existe el hábito de consultar a un médico, abogado o contador,
según lo que trate la nota. Investigar es un verbo desconocido, profundizar no
es un hábito. Sinceramente no sé qué hacer con algunos datos, cómo verificar el
Dni, o el domicilio del remitente. Cómo buscar en la web sobre la abogada,
tampoco tengo idea de cuáles son los usos y costumbres en las cartas documento
con intimaciones jurídicas. Ni hablar de
que vaya a hacer un llamado por teléfono para confrontar algún dato. Todo eso
que quede para algún lector neurótico, uno de cada diez mil se le puede ocurrir
algo de eso. Las fechas son para los cuadernos de hace cincuenta años, ahora las fechas las pone “el sistema” o los
sellos. Que haya o no haya sellos en la carta me importa poco, y las únicas
obleas que conozco son las de Terrabusi, perdón que ponga marcas, pero los
multinacionales se meten en todo…. Bueno, mañana me estoy yendo de viaje, así
que corto acá, y cualquier cosa que la resuelvan mis editores. Saludos.
Enriqueta Larguirucha
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