Tercera y última entrega de esos ejercicios adolescentes, de esta
etapa anal…..
DON ANTONIO
Antonio
se había ido a vivir solo a un departamento de un dormitorio. El edificio estaba
cerca de su trabajo y de algunas facultades. Eran varias unidades por piso y
había muchos estudiantes. De a poco fue conociendo chicos y chicas. Luego se fue
ganando fama de profesor particular ad honorem. Es que este hombre sabía y leía
mucho, era administrador de una cooperativa y coordinaba las actividades culturales.
Volvía por la tarde a su casa y aprovechaba para leer y estudiar. Con el paso
del tiempo le dedicaba dos o tres horas diarias a ayudar a los chicos con los exámenes.
Era un hombre maduro, las chicas lo apreciaban, y cariñosamente le decían el
viejo o el maestro. Algunos acudían a él para recibir consejos. Las chicas querían
encontrarle una novia. Además tenía un buen botiquín y los vecinos le pedían
pastillas o pomadas para no ir a la guardia del hospital. El siempre aclaraba
que era solo para salir del paso, que a la brevedad tenían que consultar a un médico.
Una de las vecinas, que siempre había tenido muchos novios, una tarde le dijo: “Tengo
un problemita, quiero que me ayudes vos, sí ?”.
- Vení cuando
quieras, dijo el viejo.
- Ok, pero
no tiene que haber nadie.
La
chica fue al departamento del profe.
- Me parece
que tengo hemorroides, te muestro. Puedo pasar a tu pieza?.
- Pasá,
no está muy ordenado, pará que pongo una sábana limpia.
Abrió
el ropero. Ella alcanzó a ver una foto de una mujer desnuda del lado de adentro
de la puerta.
- Acostáte
acá.
Ella se
levantó la minifalda, no tenía bombacha. Separó las nalgas. El solo miró, no la
tocó.
- Son unas
hemorroides bravas. Vestíte nomás. Ponéte esta pomada, bañáte y cambiá de ropa
interior dos veces por día. Comé con poco y nada de condimentos. Ah! y no hagas
nada por ahí.
- Nada de
qué?
- Actividad
sexual. Cuidáte mucho, y es importante que la persona con que tengas intimidad
sea muy higiénica.
- Para mí
va a ser difícil no entregar la cola.
- Primero
tu salud, niña.
- La verdad
es que sos todo un caballero. El otro día en la guardia tres pendejos recién
recibidos me separaron los cachetes y me metieron uno o dos dedos en el culo,
en cambio vos ni me tocaste….
- Primero
el respeto.
- Ahora
no son tan respetuosos. Te vuelvo a ver estos días.
La
joven le dio un tierno y cálido beso al viejo. Se sentía muy cómoda con él, y volvió
cada dos o tres días a que el viejo la controlara.
A los
diez días se lo cruzó en el ascensor.
- Hoy tengo
que ir a verte.
- Si podés,
vení ahora, a lo mejor salgo más tarde.
- Epa, alguna
novia?
- Ojalá
….
- En un
rato voy.
Ellá
pasó por su propio departamento, buscó un top y una mini muy provocativas, se
puso zapatos de taco alto y se fue hasta lo del viejo.
- Acá estoy,
vengo a mostrarte mi colita.
- Pase señorita.
- Me dijiste
que después salías, pero hoy te voy a pedir un rato más para mí.
- Lo que
necesites.
Ella
pasó a la pieza y se sacó la ropa, se dejó los zapatos puestos. Se acostó boca
abajo y abrió bien las piernas, levantando la cola.
- Miráme
bien, quiero que me des el alta.
- No hace
falta que te desnudes toda. Para mí estás bien, podés vestirte, y cuando tengas
tiempo, andá a consultar un buen médico.
- Mi médico
sos vos, y pienso quedarme desnuda.
- ….
- Culiáme,
ya que estoy tan bien.
El
viejo no lo podía creer. La flaca tenía un orto impresionante… Si se habrá calentado
estos días. Fue hasta la mesita de luz, y sacó un forro y un pote de vaselina.
- Epa, viene
preparadito el hombre. Tan casto que parecía.
Antonio
se sacó la ropa.
- Y qué
bien dotado!
- No te
preocupes, te voy a cuidar.
- Es lo
que venís haciendo desde que llegaste al edificio. Pero no me cuides tanto… sí?
Antonio
le acarició y le besó el culo. Se puso el preservativo y la lubricó a ella y a
su pene forrado.
- Metémela
de una, por favor.
El
viejo se la clavó de a poco, hasta que llegó bien adentro.
- Ah! Sí,
así, culiáme, rompéme el culo, metémela bien fuerte y hasta el fondo.
El
viejo se la metió de a poco, sin retroceder, hasta que se la puso toda. Se la
dejó unos instantes hasta el fondo, y presionó, luego empezó el movimiento de
ida y vuelta. La flaca se masturbaba frenéticamente el clítoris con una mano, y
se metía dos dedos de la otra bien adentro de la concha. El viejo empezó a
tomar ritmo, iba y venía con total intensidad, llegando lo más profundo
posible. Su calentura y su furia aumentaban. No
podía creer estar poseyendo semejante orto. Disfrutaba el panorama, esa
espalda estilizada cubierta de salvajes cabellos rubios, ese culo monumental
que ahora ella subía y bajaba, marcando el ritmo y la profundidad de la
penetración. El viejo se apoyó más sobre ella, le besaba el cuello y con la
boca saboreaba sus cabellos. La flaca empezó a sentir esa mezcla de dolor,
incomodidad y tremendo placer, muy típicas de una culiada con todas las letras,
suministrada por una gran poronga, y claro indicio de que se avecinaba una
buena explosión. El viejo seguía firme, duro, y tenía para un buen rato. Siguió
con rigor en aumento. La flaca sentía que se alteraba su percepción del tiempo,
el mundo le daba vueltas, todo su cuerpo experimentaba sensaciones; empezó a
tener un orgasmo completo, desde los pies, las piernas, la pelvis, la vagina,
el culo, el clítoris, el vientre, la espalda y la cabeza, que daba vueltas por
todos lados, su respiración seguía in crescendo y la explosión orgásmica fue
increíble y prolongada….
- ”Me
encantaría que me acabes adentro, sin forrito. Yo te lo saco, si?. “
El
viejo se retiró, la flaca se dio vuelta y le quitó el preservativo. Le besó, le
lamió y le olió el gran vergón, hizo el gesto de calentura y admiración con los
dientes sobre su labio inferior.
-
“Ahora sí, dámela con todo y estallá adentro mío, inundáme de leche.”
Se dio
vuelta y se puso en cuatro, bajando la cabeza, apoyando los antebrazos sobre
las sábanas, ofrendando su culito perfecto. El viejo le hizo una linda lamida
de agujerito y se la empaló de una, sin reparos. Más caliente que nunca,
embistió a la flaca varias veces hasta que sintió que se venía su explosión. Tuvo
una eyaculación volcánica, con abundante semen, bien en el fondo de la cola de
la yegua esa, la llenó de leche como ella se lo pidió. Los dos se desplomaron.
“Quedate arriba mío con la pija hasta el fondo, quiero sentir cómo se va
poniendo en reposo”. El viejo quedó detrás
de ella, su pene se fue retrayendo hasta que se salió de aquel culo increíble.
….
Entre
las mujeres del edificio eran muy comunes las rondas de mate y las charlas por
la tarde en algunos departamentos. Se contaban casi todo. Al día siguiente de
la gran culiada, la flaca contó con lujo de detalles lo que había vivido. Muy
disimuladamente, una profesora de gimnasia, de ese grupejo, abandonó la
reunión. Era una veterana con excelente cuerpo y mucha actividad sexual, se
dirigió al departamento del viejo. Tocó timbre, y le dijo: “Tengo un problema”.
- “Lo
que necesites”.
- “Tal
vez puedas ayudarme, me salió un grano en la cola…”
MT/mq.-
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